Jess
jajjaja que dijeron .. "que que ?! como que propuestas?" .. pues si propuestas pero de algunas de las obras de Jane Austen, espero las disfruten =)

* si no han leido estas novelas y no quieren saber en que acaba, simplemente no lean =)pero si igual que a mi les encantan estas partes.. adelante*

Persuasion
Carta de Frederick Wentworth para Anne Elliot:

"
Me resulta imposible seguir escuchando en silencio, y para dirigirme a usted empleo el único medio de que dispongo. Se me parte el alma y vacilo entre la desolación y la esperanza. No me diga, por Dios, que ya es tarde y que esos bellísimos sentimientos no anidan ya en su pecho. Nuevamente me ofrezco a usted, y mi corazón es aún más suyo ahora que cuando me lo destrozó hace ocho años. NO diga que el hombre olvida más pronto que la mujer ni que en él el amor tiene vida más corta. A nadie he amado más que a usted. Podré haber sido injusto, he sido débil, y lo reconozco, pero inconstante, jamás. Sólo por usted he venido a Bath. Sólo en usted pienso y en usted sólo cifro mis ilusiones y proyectos. ¿No lo ha adivinado ya? ¿Es posible que no haya adivinado mis intenciones? Créame firmemente que no habría esperado estos días si hubiera podido leer sus pensamientos del modo que usted, sin duda, ha leído los míos. ¡Qué difícil se me hace escribir! A cada instante llegan a mis oídos palabras que me dejan anonadado… Usted baja el tono de voz, pero yo percibo claramente esos acentos, aunque se pierdan para los demás. ¡Dulce y admirable mujer! Nos hace usted justicia al reconocer que también cabe en el hombre el afecto sincero y persistente.
Crea en el amor ferviente e invariable de
F.W.
P.S.: Tengo que marcharme sin saber qué me depara el futuro, pero no tardaré en volver o en buscarla donde se halle. Una palabra, una mirada bastarán para decidir si he de ir a casa de su padre esta tarde o nunca."


Emma
Mr. Knightley habla con Emma caminando por el jardín:

"
…y todo el mundo está encantado de perdonarlo. ¡Realmente un hombre afortunado!
-Habla usted como si lo envidiase.
-Y lo envidio; al menos por una razón.
Emma no se atrevió a decir nada más […] y cuando ya se disponía a hablar, el señor Knightley la sorprendió diciendo:
-No me vas a preguntar cuál es la razón de mi envidia. Veo que estás decidida a no tener curiosidad. Eres prudente... pero yo no puedo serlo. Emma, debo decirte lo que no vas a preguntarme, a pesar de que quizás un momento después me arrepienta de haberlo dicho.
-¡Oh! Entonces no me lo diga, no me lo diga -exclamó ella rápidamente-. Tómese más tiempo, reflexione, no se precipite.
-Muchas gracias -dijo él en un tono ofendido. Y no añadió ni una sílaba más. Emma no podía soportar la idea de haberle hecho daño. Él tal vez deseaba hacerle una confidencia... tal vez consultarle algo....
Habían llegado frente a la puerta de la casa.
-¿Vas a entrar? -le preguntó él.
-No -replicó Emma, segura ya de su decisión, al ver el abatimiento que demostraba él al hablar-. Me gustaría seguir el paseo. Y después de dar unos pasos añadió:
-Hace un momento le he interrumpido muy bruscamente, señor Knightley, y temo haberle ofendido... Pero si desea hablar francamente conmigo como amiga, o pedirme la opinión sobre cualquier cosa que tenga usted en proyecto... como amiga estoy a su disposición. Escucharé todo lo que quiera decirme. Y le diré exactamente lo que piense.
-¡Como amiga! -repitió el señor Knightley-. Me temo que esa palabra… No; No lo deseo. Espera, ¿por qué tendría que vacilar? Ya he llegado demasiado lejos para poder ocultarlo ahora... Emma, acepto tu ofrecimiento... Por raro que pueda parecerte, lo acepto y me presento a ti como amigo... ¿Tengo alguna probabilidad de éxito?
Se interrumpió como para dar más énfasis a su pregunta, mientras con la mirada dominaba completamente a la joven.
-Mi queridísima Emma -siguió diciendo-, porque serás la más querida, cualquiera que sea el resultado de esta conversación; mi querida, mi adorada Emma, respóndeme. Dime «no» si es eso es lo que me tienes que decir. - Emma era absolutamente incapaz de decir nada, y él exclamó con gran agitación- ¡Silencio absoluto! No te pregunto nada más por ahora.
Emma estaba casi a punto de desvanecerse por la emoción de aquellos momentos. Entonces el sentimiento más acusado en ella era el temor a despertar del más feliz de los sueños.
-No soy hombre de muchas palabras, Emma -siguió diciendo en un tono tan sincero, tan decidido, tan afectuoso, que no podía sino convencer-. Si te quisiera menos tal vez podría hablar más. Pero ya sabes cómo soy... De mí sólo has oído la verdad... Yo te he hecho reproches y te he sermoneado, y tú lo has soportado como ninguna otra mujer en toda Inglaterra lo hubiese hecho... Soporta ahora las verdades que tengo que decirte, mi querida Emma, como siempre las has soportado... Mis modales tal vez no las abonan demasiado. Sé bien que no he sido un enamorado ejemplar... Pero tú me entiendes... Sí, comprendes mis sentimientos y tratarás de corresponderlos si te es posible... Ahora sólo te ruego que me dejes oír, aunque sólo sea una vez, que me dejes oír tu voz.
[… ]
Cuando ambos volvieron a la casa, Emma era ya «su» Emma, su mano y sus palabras lo atestiguaban"
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